jueves, 23 de septiembre de 2010

Sî, la idea se le apareciò en el instante. Tenìa que jugar con ellos.
Recordò repentinamente, aquel libro infantil Donde viven los monstruos y el pasaje de Max que mira a los monstruos: - lo miraron con sus ojos amarillos.... No servirìa la hipnosis pero si los miraba a los ojos fijamente y ...
Los mirò. Retuvo la mirada. Los siguiò mirando, a uno en especial. Y..._ Te tengo. De algùn lado te conozco.
El otro se mostrò inquieto. Se puso algo molesto. Se mostrò nervioso y empezò a mirar a los demàs con miraba interrogadora.
Los demàs lo miraron curiosos. _ ¿Te han reconocido?
Me miraron a mì y yo bajè la mirada algo turbada.
Logrè que se alejaran un poco y empecè a estudiar el lugar. Un cuarto. Una ventana, pequeña. Una puerta vieja. Nada màs. Por la ventana se veìa un depòsito. ¿De què?
¿Còmo sigo? - me preguntè cobrando un raro coraje extraño que me habìa dado el azar. O la falta de experiencia....
Volviò ùnicamente el que habìa sido casi hipnotizado con mi mirada. Notè que estaba buscando en su cabeza còmo actuar, què decir.

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