jueves, 23 de septiembre de 2010

Fui lentamente hacia el galpón y me acerqué a uno de los monstruos. No me animé a hablarle, pero lo hizo él.
-¿Qué hacés acá, a esta hora?-me dijo.
-Me desvelé y salí a caminar. Estoy muy asustado.
-Llegaste al lugar correcto. Dejá que se vaya tu temor. Sos uno más.
-¿Uno más de qué?
Pero el monstruo no respondió. Intenté llegar a la solución por mí mismo. No pude hacerlo, continuaba turbado y sentía cada vez más desasosiego. El monstruo dio media vuelta, estiró los brazos hacia arriba y desapareció traspasando la pared.
Salí del galpón tiritando de miedo. La única iluminación era la de la luna llena. Caminé durante dos horas, siguiendo la ruta de tierra, pero no encontré a ningún ser humano. Solo los ruidos de la naturaleza, que me atemorizaban cada vez más.
Estos ruidos, sin embargo, no eran los únicos.

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