jueves, 23 de septiembre de 2010

Decidí seguir mis impulsos, en lugar de hacer lo que se esperaba de mí. Como en una cantinela que se repite una y otra vez, escuchaba las palabras del maestro Schopenhauer "el hombre es esclavo de sus impulsos", impulsos,.. impulsos..., voluntad doblegada..., impulsos. Ya no me importó nada. Mi cuerpo se escapó de su habitual contenido y me desconocí. Entré en una dimensión nueva, con un nuevo cuerpo. Mis manos podían tocar como si lo hiciera por primera vez. Sentí rugosidades, huecos, lugares húmedos y calientes. Mi

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