jueves, 23 de septiembre de 2010

Era un libro. Pero no cualquier libro. Era ese libro. El de mi infancia. El que de alguna forma me sigue marcando, y me exige. Me exige que sea.
Ya tenìa decidido no volver al trabajo y el rìo estaba ahì, asi que comencè a leer, sin apuro, como antes. Me invadiò cierta tranquilidad que hacia años no sentìa, y todo parecìa tan fàcil, tan simple, que no me importò el hecho de no haber ido a trabajar. La vida estaba en otro lado, ahì, justo donde estaba, en ese preciso momento, en ese rìo, con ese libro.

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