jueves, 23 de septiembre de 2010

Sabía que debía empezar de nuevo, el camino era largo, lento, pero estaba animada, la esperanza de una nueva vida la tranquilizaba. En medio del recorrido se topó con una casa, y deseó que fuera como la de Hansel y Gretel, toda cubierta de chocolate y adornada con millones de golosinas, además le habían contado que el chocolate ayudaba a los estados de ánimo, en una de esas, se comía lo suficiente recobraría fuerzas para seguir. Podía escapar, salir corriendo, una vez más, como muchas veces, sin embargo optó por tocar el timbre; la respuesta fue inmediata, un hombrecillo de barba larga atendió, ella creyó que era como una suerte de aparición, que tales personajes solo existen en los cuentos, especialmente en los maravillosos, la idea de que todo fuera un sueño parecía muy adolescente pero al mismo tiempo muy prometedor, así que le preguntó de qué se trataba todo esto, dónde estaba, quién era, y adónde tenía que ir.

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